Por: Álvaro José Claro Ríos*
Kafka en la
orilla del mar es el cuadro de un joven sentado en la playa mirando la lejanía
del atardecer, de cuyo fondo provienen las notas de un piano que hacen pensar
en la distorsión de la vida y la pasividad de la muerte. Después de abandonar
su casa, el azar lleva al joven Kafka Tamura a contemplar el cuadro y a
escuchar el piano. A él también llega Nakata, un viejo que sabe hablar con los
gatos y puede hacer que del cielo caigan sanguijuelas. Luego el padre de Kafka
Tamura muere y, huyendo de la ley, los destinos de Kafka y Nakata ya no pueden
separarse: uno por ser el heredero y el otro por ser el principal sospechoso del asesinato. El
amor, la locura y lo inexplicable permiten que esta novela, como dice Piedad
Bonnet, pongan al lector a flotar en un
vacío que solo se experimenta a través de la literatura japonesa.
En efecto, en esta novela del varias veces
nominado al Premio Nobel, Haruki Murakami, se pueden disfrutar descripciones de
paisajes sórdidos y abandonados similares a los de País de nieve, de Yasunari Kawabata. Están presentes las reflexiones acerca del
amor y la sexualidad que también laten en Confesiones
de una máscara, de Yukio Mishima. Es inevitable no lindar con lo irracional
y perderse en lo risible de las ciudades modernas, como en la que transcurre Soy gato, de Natsume Soseki. Y no
habría que desaprovechar la oportunidad
de leer Kafka en la orilla y
simultáneamente darle una breve lectura a uno de los Cuentos de la lluvia y de la luna, de Ueda Akinari o a un pasaje
del Genji Monogatari; ambas citadas
reiteradamente a lo largo de la obra.
Y al finalizar la lectura, dejando de lado
que Haruki Murakami pueda o no recibir el Premio Nobel por obras de más
reconocimiento como Tokyo Blues o Crónica del pájaro que da cuerda al mundo,
sería mejor centrar la atención solo en esta novela y, compartiendo la angustia
de El joven llamado cuervo -alter ego del protagonista-, preguntarnos si acaso
no estamos representando un sueño que ya se acabó, puede que nunca llegue a
suceder, o que hasta ahora está sucediendo y del que solo con la muerte, tal
vez, algún día despertemos.
*Ganador del 4 Concurso Nacional de Cuento RCN - MEN, en la Categoría 3.
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